Hace un par de años estuve en una sesión de preguntas y respuestas con un pastor que narraba su batalla de muchísimos años con la pornografía. Aún estando casado, el contó el infierno que vivía a causa de fallar tantas veces en querer detener éste comportamiento que muchos consideran normal y por ende, aceptado a nivel mundial. Compartió muchas de las técnicas que usó en esos años oscuros. Una de esas técnicas era la práctica de rebotar los ojos cuando uno miraba una mujer bonita o atractiva, consiste en literalmente apartar la mirada. Yo vivía en la ciudad de Miami todavía y pues, ¡allí abundan las mujeres bonitas! Al salir de la conferencia, me dispuse a ejecutar ésta técnica y así que cuando salía era una rebotadera bastante extraña, quedé con dolor de cuello al final del día más bien. No era algo sostenible para mi, de ninguna manera. Decidí buscar otras alternativas.
Específicamente los hombres tenemos un trigger (gatillo), éste detona las ganas de quererse auto complacer o de consumir un video porno. ¡Y ése gatillo son las mujeres! Pero, ¿solo por existir provocan ésto? ¿Acaso caminan ellas por la calle con la intención de ser una piedra de tropiezo? ME atrevo a decir que la mayoría de mujeres no son así. Sin duda la responsabilidad recae en la mente del hombre que está pervertida y tiene una concepción errada de la mujer. Estamos en el año 2021 donde las damas son expuestas como un medio y no como un fin, reducidas a un mero objeto de placer o para ser más real: La vía por la cual se llega a un orgasmo. No quiero hablar acerca de la industria pornográfica como culpable, más bien ofrecerles la maravilla de todo esto… la verdad.
En mi búsqueda me di cuenta que la práctica del rebote era de alguna forma responsabilizar a la mujer tal y como mencioné antes; ya que esto presupone que Dios creó la belleza como un problema y no hay nada más lejos de la verdad.Presupone también que la manera más prudente sería ignorar la belleza de la mujer, esto sería lo más obvio por hacer si se viviera en una sociedad donde las mujeres caminaran en traje de baño como su atuendo diario. Dios ha creado la belleza para ser reconocida en primera instancia. A principios del siglo quinto Agustín de Hipona analiza las muchas cosas hermosas de la naturaleza y pregunta: "¿Quién hizo estas cosas hermosas e incambiables, si no uno que es hermoso e inmutable?" Si la belleza estética es un reflejo de aquel que la trajo de no ser a ser, ¿se imaginan la belleza humana? Recordemos que la propiedad metafísica que tenemos los seres humanos, no la tiene la naturaleza por eso despierta pasiones y deseos sensuales. El Imago Dei es perteneciente únicamente a los seres morales. Ni las estrellas, ni los mares, ni la música ni cualquier otra cosa naturalmente hermosa fue hecha a imagen y semejanza de Dios. Lo primero que debía hacer era aniquilar el criterio errado que manejaba donde mis días iban a ser caminar con la cabeza gacha y comencé con una práctica que me ubicaba en un estado de agradecimiento y no de culpa. ¡Miraba a una dama pasar enfrente mío y lo primero que hacía era darle gracias a Dios por haberla creado! La palabra gratitud se deriva de la palabra latina gratia, que significa gracia, gentileza o agradecimiento (según el contexto). De alguna manera, la gratitud abarca todos estos significados. La gratitud es un agradecimiento por lo que recibe un individuo, ya sea tangible o intangible. Con gratitud, las personas reconocen la bondad en sus vidas. En el proceso, la gente suele reconocer que la fuente de esa bondad se encuentra, al menos parcialmente, fuera de sí misma. Como resultado, la gratitud también ayuda a las personas a conectarse con algo más grande que ellos mismos como individuos; en éste caso antepone la gratitud sobre el deseo. Shawn Anchor, profesor de Harvard sugiere que cuanto más práctica le dé a su cerebro para sentir y expresar gratitud, más se adaptará a esta mentalidad; incluso podría pensar que su cerebro tiene una especie de 'músculo' de gratitud que puede ejercitarse y fortalecerse. ¿Por qué no darle su lugar a la belleza? ¿El lugar que ha perdido en nuestra mente? No solo Dios creó a la mujer para que la cuidáramos, pero también para ubicarla por encima de cualquier pasión que no va alineada con su esencia, aquella otorgada desde arriba. Ella no es un medio, es un fin. Primero paso: Reconocer que Dios creó esa belleza Segundo paso: Agradecer a Dios que creó esa belleza Éstas práctica, a su debido tiempo, permitirá poco a poco deshacer la fantasía reduccionista que las mujeres son meramente una tentación. El impacto de ver la belleza bajo otros lentes podrá más que seguir haciendo residencia en una cárcel moral disfrazada de deseo. Luis Felipe Faraj
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